sábado, 10 de marzo de 2012

Juguemos otra vez en el Parque

En este preciso momento, me viene a la mente. Los recuerdos cuando yo tenía 12 años y todas las noches me reunía en el parque con mis amigos de la cuadra; y la gran discusión diaria era: ¿Qué vamos a jugar hoy?

Pregunta polémica, porque siempre estaba el que quería jugar Escondite. No faltaba la del Laso y los recocheros del Tin Tin Corre Corre. Juegos únicos que marcaron mi infancia de una manera muy única. Al final terminábamos jugando Ponchado. A todos nos gustaba, siempre era yo el que quedaba de último y salvaba a todos mis amigos. Y claro que había dos que solo pensaban en ponchar y ponchar, mientras más duro pegaba mejor se sentían.

Lastimosamente ahora la tecnología progresa y las costumbres se pierd

en. A veces me asomo por la ventana de mi cuarto y veo el parque en el que crecí montando en los Columpios, Pasamanos, La Rueda, El Resbalador; jugando Escondite, Lleva, 18 Pasos, Policías y Ladrones, Stop, Saltando Laso, etc.

Pero ya no es lo mismo. Los niños cada uno con su PSP, NDS, Blackberry, Parlantes escuchando reggaeton.

Es tan fuerte el sentimiento de verlos ahí sin disfrutar lo que en mi momento era la mejor diversión, que me dan ganas de llamar nuevamente a mis amigos y decirles “Hoy nos reunimos en el parque”. Darle una nueva vida a todos esos juegos que se nos fueron por los años y devolverle la alegría que día a día le dábamos a cada noche.

Todavía miro mi rodilla y veo la cicatriz que quedo de aquella caída del Resbalador. Me salió mucha sangre y no lloraba por la pena de estar con todos mis amigos alrededor. Vienen recuerdos del primer beso de cada uno de mis amigos detrás del árbol oscuro, el grupo de niñas diciendo cual era el más lindo de los niños. Y los niños haciendo travesuras delante de las niñas para mostrar cual era el mejor de todos.

¿Sera que si me reúno nuevamente con mis amigos y comenzamos a mostrarles a los niños de ahora todo lo que en nuestro momento hacíamos; ellos nos prestan atención y dejan por un momento su aparato tecnológico para seguir con las costumbres de aquel viejo parque?

Si así fuera, con gusto salgo todas las noches para enseñarles a cada uno, un juego diferente y que entre ellos mismos se los enseñen. Así yo nuevamente, me asomaría por mi ventana y vería que esa inocencia de la juventud no se ha perdido.

Yo sé que eso no pasara. Me da tristeza, ver que un aparato que en cualquier momento se nos daña, le pueda quitar un gran espacio, a una época que marco muchos momentos especiales en nuestras vidas y que si siguen asi jamás volverán.

¡Qué Guayabo! Porque todo pasado fue mejor.