Amanece en Cali, y no es un día como otros, es una mañana fría y nublada, es como si el día ya estuviera predispuesto para nuestra labor de hoy.
Jonathan nos dirige, entramos de una vez por todas al lugar, frio como si fuera una nevera, callado como si fuese ya un cementerio, aun no veíamos ningún muerto solo había una sala de espera y muchas puertas; estar ahí era tan impactante que parecía que las paredes hablaran, era un frio tan penetrante que nos llego hasta los tuétanos, era como si todo el lugar estuviera pintado de gris.
En el lugar habían varias personas, unas trabajando ahí, otras que con solo ver su cara, se sabia que estaban esperando la entrega del cuerpo de algún ser querido, es tan escalofriante el lugar, que desearíamos nunca tener que volver a el; la piel se nos pones tan fría que parecemos uno mas a los que les aplicaran formol.
Siguiendo con nuestra misión del día, hablamos con Jonathan quien muy cordialmente, nos responde a una de nuestras capciosas preguntas. Entrevista a Jonathan Clic aquí
Luego de enterarnos de su dura labor en este lugar, Jonathan nos empieza a hacer un recorrido por las instalaciones, y como si estuviéramos en una casa del terror, avanzamos a pasos lentos parados en el miedo y el suspenso, lo único que nos hacia falta era cogernos de la mano.
Entramos a varias habitaciones, parecía que en una hiciera más frio que en otra, pues lo cuerpos son guardados en una clase de cajones, en cuartos fríos para que no se descompongan.
vocabulario “arreglarlos”, un olor a químicos tan fuerte que había en el lugar, que casi nos pela la nariz. Jonathan nos mostro todos los instrumentos de trabajo y para que sirve cada uno, nos enseño un cadáver antes y después de ser metido al ataúd, por cuenta de él quedamos empapados del tema de la morgue la funeraria y los cadáveres.
En nuestra opinión una labor como esta no la lleva a cabo cualquier persona, tiene que ser como se dice vulgarmente muy “berraco” y trabajador para enfrentarse a la realidad que más de uno le tenemos miedo: la muerte.
Entrar en un sitio como estos es sentir la mirada de la muerte persiguiéndonos, una mirada acosadora, que provoca en nosotros un desplome de sentimientos incontrolables, al ver personas que solo cumplen con su labor, preparar los cadáveres, otras con un dolor indescriptible por la muerte de un ser querido y el miedo, la curiosidad, el fastidio, la intriga y un cierto grado de morbilidad que impero en nosotros los 45 minutos que estuvimos en el lugar.
Es una experiencia que no nos deja con el animo de repetirla, sinceramente nos le quitamos el sombrero a las personas que viven de esto.